lunes, 14 de marzo de 2016

SUCESO

Escuché muchas versiones cada vez que preguntaba sobre el tema, tantas como almas hay en este mundo. Cada versión tenía sus matices, más oscuros o más claros. Más divertidos o más tristes. Cada historia arrancaba lágrimas, pintaba sonrisas. Eran obras de arte a los ojos de cualquier artista.
Siempre detrás del que decía: "No creas, no hay excepciones", venía alguien y replanteaba la situación: "Cree, vive sin miedo, tarde o temprano llega".
Cuando preguntas sobre el amor aparecen caras largas o sonrisas de oreja a oreja. Hay quienes sufrieron bastante para hoy llegar a ser felices; otros, no se molestan en buscarlo, sólo viven el instante pero no tienen en cuenta el sentimiento.
Y creo que todos pasamos por esos momentos feos, esos en los que no te alcanzan las lágrimas para llorar todo lo que no quieres decir con palabras, esos en que la angustia forma ese nudo en la garganta que no te deja respirar, esas noches en que no sabes si rezarle a Dios para que te ayude o al Diablo para que te mate en un sueño profundo.
Y duele mucho, verdaderamente, el no sentirse bien con el mundo. Duele mucho reconocer que lo bueno tarda en aparecer.
Y cuando llega... bueno, cuando llega, cambia la vida de hasta la última de tus células. Porque comienza una revolución dentro tuyo, no sólo de hormonas, sino de pensamientos, sentimientos, silencios y estallidos de alegría.
No hay que darle mucha vuelta a un sentimiento que, si es puro y verdadero, alegra tus días y tus noches, te llena el alma de regocijo, enloquece tus sueños y pone tu vida patas para arriba.
Eso que sólo pasa una vez en la vida, que te eleva hacia el más alto nivel, que te recuerda lo hermoso que es existir.
Eso, es el amor.




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