lunes, 14 de marzo de 2016

CARNAVAL

La noche se acerca,
el murmullo crece,
la gente se amontona
y el calor se siente.

Se prenden las fogatas
en cada esquina,
y los rostros de
chicos, repiques y pianos
se inclinan adorando
a su ardiente dios.

Los cuerpos tallados
de las bailarinas
comienzan a contornearse,
y la sensualidad se despierta
entre los pasos de sus piernas.
Las lonjas toman forma
y piden a gritos
los golpes de su tamborilero.

Comienza la marcha
y empieza la fiesta.
Todo el pueblo vibra
al compás del tambor,
el corazón se sintoniza
y repiquetea de emoción.
Es el dios Momo
que anuncia su aparición.

La sangre caliente
domina las caderas.
La vergüenza se deja de lado
y aparece el sabor de la libertad.

Y bailan ellas ante
los golpes en la madera,
y bailan ellos ante
el vaivén de las cinturas de ellas.

La magia comienza
con un fuego abrasador,
el viento la lleva de viaje
con todo placer,
y la lluvia alimenta
esas raíces del ayer.

El dios Momo
bendice la diversión,
y las almas todas
bailan felices,
en un sólo corazón.
En un sólo tambor.




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