lunes, 13 de abril de 2015

Ven conmigo 
Ven conmigo. Te mostraré algo.
Te llevaré a un lugar hermoso.
Te iluminaré el corazón.
No tengas miedo, porque vas a tropezar con muchas piedras. Piedras inofensivas que no son de mucho peligro, pero también te cruzarás con piedras rocosas y filosas. Son las que más duelen. Y duele mucho. Demasiado, te diría yo. Pero vas a sobrevivir.
El dolor te querrá perseguir, pero tú puedes darle la espalda. Sólo sonríe verdaderamente, y lo mantendrás alejado de ti.
Con cuidado. Con mucho cuidado, porque lo que hiere al corazón lo hiere de veras y lo envuelve en la tristeza.
Tu principal cometido es que ese corazoncito no sufra demasiado.
Lo que menos quiere un corazón es estar cansado. Y, a veces, un corazón cansado no mide las consecuencias.
Sigamos camino tú y yo. Sin prisa, pero sin pausa, que quiero que conozcas algo...

Joanna M.

Hay azúcar morena en tus labios,
de esa que es prohibida para mí.
Hay un fuego incesante en tu cuerpo,
que me invita a pecar junto a ti.
Quién pudiera morder el anzuelo,
y amarte cada noche en el cielo.
Cada gota salada de tu sudor,
enciende cada vez más mis deseos.
En tu mirada azul navego
cada vez que me pierdo,
y en tus manos logro reconocer
la tierna ligereza del vuelo.
Hagamos esta noche eterna.
Olvidémonos del resto de la gente.
Ven, hagamos que brillen las estrellas,
y que el sol se olvide de salir nuevamente.

Joanna M.

viernes, 10 de abril de 2015

Un temeroso susurro. Lágrimas. Un grito ahogado.
Un portazo. Un salto esperado de sorpresa.
Silencio. Mucho silencio. Y el llanto desconsolado de un bebé.
Hace dos años que ella vive así. No conoce otra realidad. Ella tiene 18 años, él 25. Tienen un niño de 10 meses, fruto de las noches de pasión que tenían en sus mejores momentos. Pero eso era antes.
Antes.
Hace 8 meses el cambió. O, al menos, comenzó a mostrar los hábitos que no dejó entrever en los primeros meses, en el primer año. Cuando nació el bebé, él se tornó más agresivo, antipático y posesivo. No la dejaba salir, ni siquiera con el niño. Le pedía tener sexo todo el día a los gritos, cuando ella sólo quería cuidar al pequeño.
Emmanuel, lo habían llamado. Hijo de Dios. Habían comenzado los golpes.
Cuando la madre de ella iba a visitarlos, él salía corriendo, argumentando una changa que había conseguido. Ella no hablaba con su madre del tema. No lo creía tan grave.
Emmanuel ya tiene 10 meses, y ella ya no aguanta más. Habló con una amiga, pero todavía no se anima a denunciarlo. Aún lo quiere.
Cuando hacen el amor es sin cariño, sin amor. La termina lastimando, física y mentalmente. Si no le gusta la comida, le pega y la deja en un baño de lágrimas, mientras él se va al bar de la esquina y vuelve horas después totalmente ebrio.
Pasan los días y las horas.
Una mañana él la despierta y la interroga por un mensaje que llegó al celular de ella mientras dormía. Ella le jura miles de veces que no sabe quién es, cosa que es cierto.
Una bofetada. Una, dos tiradas de pelo. Insultos.
Emmanuel empieza a llorar en su cuna, despierto por los gritos de sus padres.
Un aullido de dolor desgarra el aire del mediodía.
Un disparo. El llanto del niño continúa. Otro disparo. Silencio. Un leve gemido. Y un último disparo.
Cuando llega la policía, alertada por los vecinos, la encuentran a ella en su dormitorio con una bala en el pecho.
En el cuarto del bebé, las sábanas de la cuna están impregnadas de sangre. Emmanuel con un disparo en la cabecita.
Y en el piso, con un disparo en la boca y mordiendo el polvo ensangrentado, yacía un imbécil.
Un cobarde.

¡No más violencia doméstica!

Joanna M.
Hoy estuviste a mi lado,
Limpiando las lágrimas de mi rostro.
Pero mañana... ¿Mañana estarás?
No quiero pensar en perderte,
No quiero que eso esté en mis planes.
Tampoco quiero obligarte
a continuar en una farsa.
Pero tú alimentas mi alma,
aunque sea de engaños y mentiras,
y logras que cada día
mi piel te necesite a gritos.
No logro pensar en ti sin derramar una lágrima.
Detente, no sigas avivando mi fuego.
Este sucio juego no conduce a nada,
porque tus besos sólo saben al infierno.

Joanna M.
Llueve. El sol se ha escondido y caen gruesas gotas de agua fresca. Nubes grises pueblan el cielo.
Lloro. Gruesas lágrimas caen por mis mejillas. Mi alma está tan gris como esas nubes.
Generalmente, cuando llueve, es porque el alma precisa consuelo. Cuando llueve, todas esas gotas limpian el rostro, el corazón y la mente.
El aroma de la lluvia cayendo. El perfume del pasto mojado que agradece el nuevo baño de vida.
¿Y tú? Tú chapoteas entre los charcos, ríes, cantas, bailas y eres feliz. Muy feliz.
Porque cada vez que llueve y nuestra tierra vuelve a respirar, tu alma se regocija y se limpia del sufrimiento.
Los pájaros, contentos, se bañan y limpian a sus pichones. Las ranas cantan y arman el mejor barullo de la ciudad. Los animales sonríen al cielo y agradecen ese nuevo renacer.
¿Y tú? Tú sonríes, vives y eres feliz. Muy feliz.
No precisas pedir permiso para ser tan feliz.

Joanna M.
Hoy puedo festejar.
Estás a mi lado y somos felices.
Mucho tiempo esperé por ti
y quiero que todo el mundo lo sepa.
Tuve que superar obstáculos,
Pelear conmigo misma.
Hoy el tiempo se detiene,
para que pueda disfrutarte.
Es cuestión de sentimientos,
el que hoy estés aquí.
Sabes cuánto te deseo
y no soporto un segundo más sin ti.
No me importan las opiniones
de las lenguas envidiosas.
Sólo me importan tus suaves besos
y la perfecta dulzura con la que me mimas.

Joanna M.
No sé si quererte u odiarte.
Porque me haces feliz
pero me haces sufrir,
todo al mismo tiempo.
No encuentro formas de alivio
ante tanta falsedad de tu parte.
Mientras me hablas al oído de amor,
con el codo borras tus promesas.
Intento olvidarte
con la misma rutina agobiante,
pero vienes con tus falsas sonrisas
y me rompes el corazón en mil pedazos.

Joanna M.
El agua del mar corre por mis pies y el sonido de la espuma entra velozmente por mis oídos. Necesito volar.
Cada ola fría que toca delicadamente mis piernas, me invita a seguir viviendo. Necesito respirar.
Ese momento sublime en la orilla es uno de mis preferidos. Cada tanto, esa recarga de energías me llama. Como si alguien supiera el momento exacto en que necesito revivir, me sopla al oído con una ligera brisa, y yo sé que debo caminar hacia allí.
Es magia. Todo eso es magia.
Enterrar los pies en la arena y sentir en la desnudez de la piel cada granito de tierra mojada.
Escribir con los dedos, sin miedo, lo que necesitas gritar. Sin testigos, sin juicios por parte de nadie. Sólo tú, la arena, el mar y el viento.
Es el mejor momento de libertad.

Joanna M.
No lograste entender
mi loco mundo.
Será porque en realidad
no podías, ni en sueños,
formar parte de él.
No fue fácil
dejarte entrar,
así como tampoco lo fue
dejarte ir.
Era necesario que sucediera
porque así estaba escrito.
El camino es sinuoso
para quienes no logran conocer
el amor verdadero.
Ahora que veo de nuevo
tu silueta en la distancia,
me doy cuenta que no se pudo
ir a contramano del destino.
Cada final es
el principio de algo mejor.
Ahora que mis lágrimas se secaron,
me siento libre de todos y de ti.
No era tu momento en mi vida,
tampoco el mío en la tuya.
Pero no olvides que todo,
lo malo y lo bueno
por algo pasa.
Para enseñarnos o para recordarnos,
pero en este mundo,
a veces cruel,
todo tiene un por qué.

Joanna M.

jueves, 9 de abril de 2015

Viernes por la tarde.
Te miro y me sonríes.
Afuera hace un día gris,
que nos permite olvidar el tiempo.
Mis manos entre las tuyas,
amor incondicional.
Quiero que el tiempo me sea suficiente
para decirte todo con la verdad.
A veces el mundo es cruel
y no nos da tiempo para soñar.
Pero si hoy puedo cumplir mis sueños,
que sean contigo y nadie más.
Te quiero porque
el mundo conspira a nuestro favor,
y si no lo hiciera,
te juro que moriría del dolor.

Joanna M.
Una sutil manera
de decir te quiero.
Eso es lo que quiero de ti.
Tómame de la mano.
Llévame contigo.
A dónde quieras voy,
siempre que seas sutil.
Me gusta tu mirada sincera,
que sutilmente me invita a querernos
y a dejar atrás el crudo invierno del pasado.
Acaríciame con los suaves pétalos
de nuestra naciente flor de amor,
que sutilmente y con esmero,
nos alegra poco a poco el corazón.

Joanna M.
Mis lágrimas se confunden con las gotas de lluvia, en esta mañana gris de mi vida. Mi alma se estremece poco a poco al verte partir.
Te fuiste sin advertirme del peligro que significaba tu partida. Me dejaste sola, sin tus abrazos y sin tus besos repletos de cariño.
Me quisiste mucho, y yo también te quise, aunque no te lo dijera. Lo demostré de mil maneras pero no siempre te lo decía. Quizás nunca te diste cuenta. Y ese fue mi gran error, no expresarte con palabras mis sentimientos.
Debería pedirte perdón. ¿Pero cómo te pido perdón si ya no estás?
Ya no puedo tocar tus manos doloridas por el correr del tiempo. Ya no puedo sentir tu respiración entrecortada por las noches, ese sonido tan peculiar que oficiaba de vigilante constante de mis sueños.
Tú me enseñaste casi todo lo que sé, y lo que no sé podríamos haberlo aprendido juntas. Pero el tiempo realmente es cruel. Deberíamos haber aprovechado más los momentos.
Fue culpa mía. Mi energía desbordante de adolescente no me permitía disfrutar los momentos tan intensamente como debería.
Perdóname.
Me diste todo tu tiempo y yo no lo aproveché.
¿Ahora quién me dará su tiempo incondicionalmente?
¿Qué hago ahora? Ya no estás para responderme esa y otras preguntas que me quedaron por hacerte.
Tú te fuiste y yo me quedé. Tú misión aquí ya terminó. Ahora me toca a mí cumplir la mía.

Joanna M.
Motivos de sobra existen para conocer a alguien. Alguien que quizás no hubieras conocido si no hubiera sucedido ese preciso momento. Alguien que apareció en tu camino de la manera más discreta, pero que detuvo tus pasos y te obligó a pensar.
Ese tipo de personas son aquellas que vale la pena escuchar porque con una simple y fugaz mirada, o con un fuerte abrazo te pueden estar diciendo muchísimas cosas.
Son seres humanos perfectos para ti, quienes te ayudan a levantarte cuando estás caído, o te tiran de las orejas para que sigas, cuando ven que te has rendido.
Son esas personas de las que te tienes que rodear. No importa si son de tu misma edad, mayores o menores. Lo que realmente importa de esas personas es su alma repleta de luz y de esperanza para brindarte. Lo que importa es la voluntad desinteresada de ayudarte en lo que necesites.
Esas personas son tus amigos. Esos ángeles que fuiste cosechando por el camino, y que el universo puso ante ti para que los disfrutes.
Quizás llegaron muy temprano en tu vida, o puede que hayan llegado hace unos pocos días, pero fueron un bálsamo para tus tristezas.
Disfruta de tus amigos, de cada momento que puedan y deban pasar juntos. No olvides decirles que los quieres, ni tampoco olvides agradecerles por formar parte de tu vida.
Recuerda que los amores pasan como una tormenta, pero la verdadera amistad queda sembrada en tu mejor jardín de flores.

Joanna M.
El aire fresco viaja hacia mis pulmones de una manera hermosa. Mi cuerpo revive ante ese nuevo soplo de vida y mi mente se despeja de todo pensamiento impuro. Mis sueños parecen querer hacerse realidad, y mis manos se renuevan de energía.
Quiero hacer todo lo que está a mi alcance.
Mi respiración vuelve a ser limpia y llena de vida. Cada susurro del viento viene repleto de alegres trinos y llamados de esperanza. Los resplandecientes colores recrean mi vista con el mejor arte que existe en el universo.
La tierra llama mi atención con un leve temblor. Me dirijo hacia ella con mi corazón en las manos.
Ese corazón que ella me dio.
Desnudo mis pies y lentamente los apoyo sobre los calientes latidos de la Madre Tierra .Puedo sentir retumbar cada pulso en mi mente y en mi corazón. Pacha Mama y yo logramos la misma vibración, el mismo sonido.
La misma nota incesante de paz.
Al mismo tiempo que logro sincronizar mis latidos con los suyos, el llanto comienza a correr por mis mejillas.
¿Me perdonas, Madre? ¿Perdonarás a esta Hija tuya haberse olvidado de ti? Sé que no merezco tu perdón, pero volver a ti me hace tan bien.
Estar contigo me hace feliz.
Ensuciar mis manos con tu tierra y sentir tu olor... Ese olor que llena mis venas de vida y de pasión.
Demoré un poco, pero volví. Ahora enséñame a vivirte, a adorarte y a honrar cada paso que doy sobre ti. Bendice mi camino, Madre Tierra, y ayúdame ante las piedras que se cruzan en el camino.
Regálame la sabiduría necesaria para optar entre el bien y el mal. Avísame si ves que me desvío.
Pacha Mama, sigo siendo tu Hija. Y agradezco que tú sigas siendo mi Madre.

Joanna M.
Quiero morir a tu lado,
para no olvidar que te quise.
Quiero que encontremos la manera
de querernos hasta lo imposible.
Quiero que seamos dos locos empedernidos,
dispuestos a todo por este amor.
Y que cada minuto entre tus brazos
sea un infinito instante de pasión.
Quiero que con tus besos
me digas mucho más que con palabras.
Y que un simple abrazo tuyo,
me lleve sin pasaje al mundo que deseo.
Quiero que nos amemos con sana locura,
como nunca amamos a nadie en nuestras vidas.
Quiero que sepas que te quiero,
y que no me importa nada lo que diga el resto.


Joanna M.
Ojalá sufras y me extrañes, y por las noches ruegues a gritos por mis besos y mis caricias.
Ojalá te mate el remordimiento de todo el mal que me hiciste, y por todas las lágrimas que derramé por tu maldita culpa.
Ojalá, algún día, si nos volvemos a ver, sea tanto el dolor de verme feliz sin ti, que tendrás que pedirme perdón por las noches que soñaste conmigo sin mi permiso.


Joanna M.
Con sólo una mirada mi alma se elevó. Recorrí el mundo entero mientras me besabas.
Nuestras manos se entrelazaron y se unieron, como las gotas de lluvia se unen con el mar.
Ese instante mágico que ocurre pocas veces en la vida.
Es un momento perfecto, hermoso, inolvidable y bendito.
Es ese momento en que Dios se muestra al mundo, uniendo dos almas por casualidad, o más bien, por causalidad.
No te pedí, ni te esperaba. No queria volver a creer en cuentos tontos de hadas inexistentes.
No pediste permiso para entrar en esta maltrecha vida, pero ahora que estás aquí, te pido por favor que no te vayas.
Viniste a curar las heridas de este corazón roto. Y me gustaría curar las tuyas.
Dicen que dos corazones rotos pueden curarse entre sí. Quizás, con el tiempo, podamos recordar ese triste pasado con una sonrisa, y la certeza de haber aprendido.
Ahora, que la vida nos unió nuevamente, vamos a aprovecharlo. Quiero vivir estos momentos contigo. Quiero sentirme protegida entre tus brazos, y que cada beso en la frente logre disipar mis malos recuerdos.
Quiero enjugar mis lágrimas sobre tu pecho, y que nuestros corazones canten la misma melodía, de tal forma que seamos uno solo.
Te quiero.
Te quiero porque te estoy queriendo mucho más de lo que pretendo.

Joanna M.

¿Cómo decirle que no
a un mundo que,
cuando menos lo esperas
destila excesiva felicidad?
Porque cuando lloras,
hay minutos de tu vida que
se te escapan de las manos,
como gotas de agua.
Pero algo o alguien
te envía la mejor
energía positiva que existe.
Te manda más vida para que disfrutes vivirla.
Y tú, logras sonreír ante tanta hermosura.

Joanna M.

miércoles, 8 de abril de 2015

Desde pequeña me enseñaron a utilizar las palabras sabiamente. A no herir si no hay necesidad de hacerlo, y a decir la verdad cuando es el momento justo.
Las letras iluminaron mis ojos desde el principio, y las palabras lograron que mi cerebro se despertara. Cada una de mis neuronas respiraban con dulzura cada vez que abría un libro.
El aroma a libro viejo y guardado es uno de los mayores placeres de mi vida. Cada libro que pasa por mis manos, se detiene inconscientemente en mis narinas... y cierro los ojos. E imagino lo inimaginable, siento lo que no se puede sentir. Y olvido, por esos momentos, lo que parece inolvidable e incomprensible de este mundo.
A medida que mis ojos recorren las palabras, mi corazón comienza a acelerarse y mis manos comienzan a sudar. Eso es el amor para mí.
El amor verdadero, (además de encontrarlo en los animales), se guarda en los libros. Y eso es lo que pone mi vida a rodar, y es lo que permite que gire mi mundo.
No sufro decepciones, y si lloro, es porque las palabras tienen esa magia única capaz de hacerme derramar lágrimas sinceras e impregnadas de sentimientos verdaderos.
Ese placer inmenso con el que mi alma se regocija es lo que me llena de energía y voluntad para escribir. Para poder decir lo que, quizás, no puedo decir de frente. Para poder expresar, gritar y denunciar lo que debería callar.
Es ese deseo de lograr en la gente lo mismo que yo siento al leer mis libros.
Es esa magia invisible, esa conexión que traspasa fronteras, edades, religiones y géneros, que se da entre el que escribe y el que lee.
No soy una gran escritora, tampoco pretendo serlo. Me queda muchísimo por aprender y por conocer.
Pero quiero que todos estos sentimientos, emociones, lágrimas y sonrisas lleguen a tu corazón.
Porque lo que más quiero es que, con estas palabras, el mundo sea mucho mejor.

Joanna M.

martes, 7 de abril de 2015

PACHA MAMA (III)
Mi día transcurrió repleto de cantos y bailes por parte de la naturaleza. La vida en armonía es la fiesta que más vale la pena presenciar.
A mi entender, esa vida en armonía, se encuentra en muy pocos lugares. Uno de esos lugares, es la selva. En ese gran pulmón del mundo todo puede suceder, pero todo lo que sucede es en paz. Todos conviven con todos, y respetan decisiones o acciones de los otros.
El Inti Sol se despidió un día más, con la promesa de volver. Mientras, la noche extendía su mano azul salpicada de estrellas.
Y la vi. Como un faro dispuesta a guiarnos, iluminando cada movimiento y vigilando todos los sueños. Bañando de absoluta paz ese pedazo de mundo.
-¡Guidaí!- exclamé.
Y me guiñó un ojo al reconocer mi voz.

Joanna M.
PACHA MAMA (II)
En ese paraíso de sueños olvidados, me detengo a observar la fluidez de la vida.
Como todo nace y todo muere, y todo vuelve a renacer. ¿Por qué, entonces, le tenemos miedo a lo que hay después? ¿Por qué nos angustiamos en pensar qué pasará?
Ese tiempo que perdemos en pensar en lo que será, lo perdemos del ahora, de lo que está pasando delante de nuestros ojos.
La Madre Naturaleza nos regala hermosos momentos, paisajes inolvidables, colores inexistentes en las paletas de los pintores... Pero no sabemos aprovechar esos instantes.
Dejamos que el pensamiento contamine nuestras acciones, cuando lo que importa es hacer todo con el corazón.
Amar y dejarse amar es un acto de humildad y de nobleza. El ser humano no logra comprender aún que amar y ser amado es el mejor regalo que Dios nos da.
Y eso es lo que nos hace más fuertes ante las asperezas de la vida.

Joanna M.
PACHA MAMA (I)
Logré sentirme viva al respirar el aire puro. Mis pies sobre la tierra mojada y mi corazón entre las nubes. Un pequeño temblor despertó mis sentidos. El Sol acarició mi rostro y mis manos pudieron respirar.
Una energía inexplicable me llenó de valor, y ya no tuve miedo de conocer lo desconocido. Una fresca y tenue brisa erizó toda mi piel. Todo lo que veía era inmenso, y todo ser vivo impregnaba de luz mi ser.
Aves de todos colores y tamaños revoloteaban sobre mi cabello. Pero mi preferido, el más pequeñito, trinó alegremente en mi oído, se posó en mi hombro y, con su largo piquito, pellizcó cariñosamente mi oreja.
-Mainumbí- susurré.
Y pude ver es sus brillantes ojitos de azabache, una lágrima de reconocimiento.

Joanna M.
Piensa, piensa un minuto en ti. Deja a los demás aparte por un instante.
Verás que bello es sentir los latidos de tu corazón, y ser consciente de lo que eres en este mundo.
No mires atrás si el pasado te duele. Tampoco mires hacia el futuro porque todavía no llegó.
Simplemente piensa en tu ahora, en tu día a día, minuto a minuto.
Tienes que ser capaz de percibir tus sentimientos a flor de piel, de saborear las lágrimas de alegría y de sonreír ante los mínimos detalles de amor.
Porque tú, en este mundo, eres bello, único e irrepetible.
Joanna M.
¿Y cómo volver atrás
cuando todo vuelve hacia el mismo lado?
¿Cómo romper el molde
de algo que es siempre así?
Cuando todo parece ir mejor,
cae una piedra del frío cielo
y desnivela lo que parecía nivelado,
haciendo añicos un posible porvenir.
¿Cómo crear algo de la nada
si la magia no existe?
O existe, pero para unos pocos
que conocen los trucos invencibles.
¿Cómo ser parte principal
de un cuento de hadas,
si las hadas no cumplen
los deseos del corazón?
Quien haya inventado
el falso y maldito sueño del amor,
debería saber que no fue
equitativo el reparto.
Debería saber que ayer,
hoy y siempre, todo se torna
cada vez más difícil
para quien no quiere creer en el amor.
Joanna M.
Un minuto de silencio para esos besos sin dueño. Para esos suspiros que quedaron en el camino de un susurro.
Un minuto de silencio para esos abrazos infinitos que, sin haberse materializado, quedaron en el recuerdo de un alma en pena.
En este gran universo de sueños, tú eres un granito de arena. Un simple grano de arena que, junto a los demás, puedes cambiar tu rumbo.
Abraza la vida. Es el mejor abrazo que puedes dar y recibir.
La vida es un breve y simple pestañeo, sin darte tiempo a nada. Quizás esos besos quedaron guardados hoy en un cajón, pero mañana, podrás desempolvarlos, darles un hálito de vida, y dejarlos volar.
Será bueno para ellos... y para ti también.
Joanna M.
Olvidar lo inolvidable
es un ejercicio de tolerancia.
Es poner a prueba lo poco
que queda de tus sentimientos.
Volver al pasado
es debilitar tus defensas.
No rompas los escudos que
pacientemente forman tu corazón.
Querer seguir el ritmo desenfrenado
del resto del rebaño,
es la prueba que precisas
para conocer tu debilidad.
Vive tu instante,
no el de los demás.
Cumple con tus sueños y deseos,
no el del resto del mundo.
Mírame... Mírame a los ojos
e intenta comprender,
que todo en esta vida pasa,
y todo lo bueno tarda, pero llega.
Joanna M.
Sería poco pedirme perdón.
Creo que no lo mereces.
Fue capricho del destino
no soñarte como tú lo querías.
Ahora que lo pienso,
me pregunto si fue
realmente necesario
lo poco que te di.
Confesaste no haber
sentido nada, en ese
mínimo instante de tu vida.
Lamento no poder decir lo mismo.
Porque permitir que alguien
acceda a tu alma,
aunque sea por un segundo
es más doloroso que desnudar tu cuerpo.
Y cuando ese instante
se vuelve sufrimiento en el recuerdo,
es porque nada será igual
para un corazón roto.
Joanna M.
Si pudieras detener el tiempo, deténte en lo que vale la pena.
No te detengas en esas lágrimas de rabia, odio o impotencia. Es más valioso que te detengas en las lágrimas de felicidad, de amor...
No temas creerte invencible, porque en cierta medida, sí lo eres. Nadie más que tú conoce tus errores y tus aciertos. Y nadie más que tú conoce lo que te hace totalmente feliz.
Creer mentiras infundadas y en sentimientos inexistentes es lo que cansa a tu corazón. Y un corazón cansado, no siempre sabe lo que hace. Un corazón cansado tiene la maldita costumbre de hacer, sentir y querer lo que no debe.
Y yo... yo ya tengo el corazón demasiado cansado.
Joanna M.