lunes, 13 de abril de 2015

Hay azúcar morena en tus labios,
de esa que es prohibida para mí.
Hay un fuego incesante en tu cuerpo,
que me invita a pecar junto a ti.
Quién pudiera morder el anzuelo,
y amarte cada noche en el cielo.
Cada gota salada de tu sudor,
enciende cada vez más mis deseos.
En tu mirada azul navego
cada vez que me pierdo,
y en tus manos logro reconocer
la tierna ligereza del vuelo.
Hagamos esta noche eterna.
Olvidémonos del resto de la gente.
Ven, hagamos que brillen las estrellas,
y que el sol se olvide de salir nuevamente.

Joanna M.

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