martes, 7 de abril de 2015

PACHA MAMA (I)
Logré sentirme viva al respirar el aire puro. Mis pies sobre la tierra mojada y mi corazón entre las nubes. Un pequeño temblor despertó mis sentidos. El Sol acarició mi rostro y mis manos pudieron respirar.
Una energía inexplicable me llenó de valor, y ya no tuve miedo de conocer lo desconocido. Una fresca y tenue brisa erizó toda mi piel. Todo lo que veía era inmenso, y todo ser vivo impregnaba de luz mi ser.
Aves de todos colores y tamaños revoloteaban sobre mi cabello. Pero mi preferido, el más pequeñito, trinó alegremente en mi oído, se posó en mi hombro y, con su largo piquito, pellizcó cariñosamente mi oreja.
-Mainumbí- susurré.
Y pude ver es sus brillantes ojitos de azabache, una lágrima de reconocimiento.

Joanna M.

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