martes, 1 de septiembre de 2015

TE LLEVO CONMIGO

Te llevo en un suspiro,
en ese último aliento 
que te llevaste aquel día.
Me dejaste una sintonía
que sólo escucho por las noches,
y que agita sin permiso
mis sueños entre sombras.
No me diste la opción
de no quererte.
Sólo había un camino a seguir,
y en ese sendero estabas tú.
Pero ahora te llevo en mi pecho,
escondido entre mis deseos.
Y cuando te extraño
le digo tu nombre al viento,
para así pensar que me escuchas.
Escribo nuestras iniciales
en los vidrios empañados
de las mañanas frías,
soñando con que las leas.
Reconozco en cada señal
la huella de tu amor.
Aún estando lejos
te quiero tan intensamente
que no encuentro ya
palabras, gritos, gestos
que te digan lo que siento.
Y sigo llevando entre mis manos
mi corazón para entregártelo,
para que veas en él
todo lo bello que has logrado en mí.




NUESTRO

Mañana gris, cabello revuelto.
Despierto con un beso tuyo en mis labios.
Eres mi despertador perfecto.

Imploro al cielo un día de paz,
comienzo de cero esta jornada invernal.
Pero siempre tú estás para devolverme la calma.

Sonrío al ver tu tierna mirada,
mi reflejo en tus ojos ilumina mi alma.
A veces no encuentro la palabra adecuada.

Ha pasado mucho tiempo desde aquel día.
Me sorprende reconocer que todo sigue igual
a ese momento mágico en que cambiaste mi vida.

Nuestra foto nos sonríe desde la pared blanca,
tu misma sonrisa al verme,
y mi corazón galopando kilómetros, como siempre.

Es un deseo que no tiene fin, tuyo y mío… nuestro,
como cada beso apasionado que me das y
que llevo, como un estandarte, en el fondo de mi pecho.



POESÍA

Escribí páginas y páginas. Línea tras línea. Todos los días, a cada minuto, una nueva mancha de tinta finalizaba el renglón. Lágrimas, sudor y en ocasiones sangre se imprimieron en ese trayecto de papel. El grito de dolor de cada hoja virgen ante el rasguño de la tinta, irrumpía en mi mente como un torbellino. Pero no quería parar. Simplemente no podía. Necesitaba llorar y sangrar en cada paso que daba. La carne se estremecía en cada comienzo, era como un renacer, sólo que sin nacer de nuevo, porque siempre volvía a foja cero.
Los ojos se empañaban una y otra vez… una y otra vez… Era una repetición constante de hechos malversados y errores sin motivo.

Pero un buen día, algo sucedió. Las lágrimas disminuyeron, y las pocas que quedaban eran de felicidad. Las manchas de sangre desaparecieron de los pergaminos, y la tinta con la que escribía tomó un brillo incandescente. Una mano se extendió ante mis ojos y se ofreció a ayudarme a continuar con mi historia, con nuestra historia. Mis pesares, mis lágrimas, mis sonrisas y deseos pasaron a ser también suyos.

Comencé a compartir la vieja tinta de mis oscuros recuerdos, a conocer otras plumas con las cuales podía escribir mejor.
Nuestras mentes se amoldaron exactamente como alguna vez lo soñé.
Empezamos ese libro un mediodía de mayo, y esas hojas que hemos escrito juntos me llenan el alma de paz. Es un libro sin fin, ya no hay hojas, ni pergaminos, ni papiros donde se pueda grabar un sentimiento tan grande.
Es el susurro que deja un baile de hojas de otoño. Es el silbido de las ráfagas de viento entre las ramas desnudas de invierno.

Es poesía. Lo que su alma y la mía han logrado es poesía para el que quiera disfrutarla. En términos más mundanos diría que es amor.
Amor, poesía, historia… felicidad. Podría decirlo con muchas palabras, pero se me ocurren tan sólo unas pocas: Lo nuestro es poesía.




DESPEDIDA

Un beso. Un largo beso de despedida. Una última mirada sincera mientras sus dedos se separaban. Él se dirigió a la fila para subir al ómnibus, con el boleto en la mano. Ella lo miraba sin ver, era como si una parte de su alma se fuera con él. Siempre tenía esa sensación cada vez que se despedían. Él subió los escalones del vehículo y a través del vidrio le dirigió un último saludo a su amada. Ella se lo devolvió, con un nudo en la garganta.

Faltaban tres minutos para la partida del ómnibus. Durante ese lapso, él buscó un asiento en el cual la pudiera ver por última vez, a ella, su novia, a su amiga, a su compañera de locuras. Ella se había quedado allí, recostada contra la pared, sin saber que decir, pensar o hacer.

Una última indicación al chofer le permitió empezar a mover el ómnibus, dio marcha atrás y, en esos mínimos segundos, ellos pudieron verse la cara de nuevo. Él levantó la mano, ella respondió de la misma forma. En el preciso instante en que dejó de ver su rostro, varias lágrimas cayeron por sus mejillas. Se había ido.

Era sólo por unos días, pero siempre era así en cada adiós. Se iba parte de su aliento y de su respiración. De sus deseos y de su corazón.
Siempre quedaba un abrazo por dar, un beso por degustar, o una caricia por sentir. Siempre quedaba un "te amo" flotando sólo en la distancia que los separaba.

Pero siempre, a pesar de todo, siempre se sentían juntos, para siempre.



martes, 30 de junio de 2015

Corre tinta
por mis ojos, 
y mi corazón late en el papel.
Una pluma no es suficiente
para destilar 
mi veneno en tu piel.
Te presiento en cada verso,
y te encuentro
en el silencio
de un soneto sin título.
Tu mirada de barro
se funde ante
el ardor de mis ojos.
El fuego de mi alma
pide tus besos en
las hojas sin escribir
de mis sueños.
Una página, dos, diez...
ya no importa cuántas
se han escrito
o se escribirán.
Importa que eres tú
quien imprime cada letra
en los renglones
de mi cuerpo.
No tiene importancia
si escribimos torcido,
es parte del aprendizaje
de amarnos.
Quiero escribir tu libro
y que tú escribas el mío,
con la tinta de nuestro amor.
Para siempre.

Joanna M.



Tantas veces
te lo quise decir.
No tenía el valor,
ni las agallas,
sólo ganas tristes
de llorar tu desprecio.
Tantas veces podría 
habértelo hecho saber,
pero tu muralla,
siempre tan fuerte 
e indomable,
detiene mis ánimos.
Otras tantas veces,
se lo hice saber 
al viento,
para que llevara mis palabras
a tu frío pecho.
Pero creo que no quisiste
recibir mi mensaje.
El tiempo está corriendo,
las apuestas se están jugando
y, comparado contigo,
yo comencé ganando.
Al menos por ahora.
Duele saber que
no quisiste 
formar parte de los procesos,
de las caídas y tropiezos.
Siempre se imponía tu ego
ante la imagen de mi derrota.
No pretendo falsas risas
ni tampoco lágrimas sin verdad.
Después de mucho tiempo
te dije que te quiero.
Sé que no lo esperabas,
pues yo tampoco.
Fue un impulso del momento
provocado por
mis circunstancias,
que hoy me hacen darme cuenta
que nunca es tarde 
para decírtelo,
aunque no devuelvas
el sentimiento
de la manera 
que yo lo quisiera.


Joanna M.

Allí va ella,
con sus negros
zapatos acordonados
sin lustrar,
con el azul
alineando su figura.
Con ese paso acelerado
pero atento
a los detalles.
Allí va ella,
un ratón de biblioteca,
siempre con un libro
en el pensamiento
y con otro bajo el brazo.
Con una sonrisa
en los labios
ante los recuerdos
y ante el amor de un animal.
Allí va ella,
un alma rota en el tiempo,
que intenta reconstruir
los fragmentos que
están por el suelo.
Una pluma descolorida
que el viento lleva
en el remolino.
Allí va ella,
con un corazón
tan grande que
no entra en su frágil cuerpo.
Con los sentimientos
a flor de piel,
y una lágrima
en el tintero lleno.
Con sus ojos color café
que despiertan al mundo
ante cada mirada inquieta.
Allí va ella,
un susurro de historias
oculto en su cabello enredado.
Un minuto de silencio
que se extiende por el cielo.
Una luz que brilla
solamente
para aquellos
que la quieren ver y sentir.
Allí va ella.
Camina, observa, llora,
sonríe y escribe.
Dueña de palabras,
libre de amarras.
Sólo la detienen
algunos prejuicios
o circunstancias.
Pero está aprendiendo
a soñar,
quiere aprender a vivir.
Y ya es momento,
de que nada,
ni nadie,
la detenga más.

Joanna M.



Un despilfarro de tinta
se hace presente en cada beso.
No es suficiente
toda la extensión
del papel
para imprimir
los latidos acelerados
del corazón.
Las arrugas
que deja un susurro,
como pisadas
en la arena mojada,
hacen que este libro
valga le pena
ser escrito
y leído con tus labios.
Porque cada vez
que cierro mis ojos,
tu sombra vigila
mi alma impaciente.
Y en la distancia
serena que nos separa,
tu abrazo me vuelve
susceptible
al fuego armonioso
que alborota mi cabello.

Joanna M.



Poeta, poetisa... ¿Qué es ser poeta o poetisa?
A mí entender, es ver en las cosas o en las personas lo que otros no ven a simple vista. Es comprender con un simple gesto lo que las mentes comunes no comprenden. Ser poetisa o poeta va más allá de escribir unos cuántos versos. Es intentar describir con palabras lo indescriptible. Es permitirle al lector soñar sin límites, sin miedo al ridículo, sin miedo a lo imposible. Es darle una llave al mundo para que abra puertas que permanecían cerradas hace mucho tiempo. Ser poetisa o poeta es ponerse en el lugar de los otros, calzarse sus zapatos y sentir sus dolores y sonrisas. Es honrar cada cosa como se lo merece, a cada paisaje, a cada ser vivo, a cada átomo que forma la Naturaleza, a cada sentimiento.
Es entender con otros ojos la realidad y crear un universo paralelo repleto de belleza y dulzura. Porque escribir poesía va más allá del verso y su métrica, de un soneto o una oda. La plenitud de la poesía se hace presente en los silencios, en la inspiración, en los sueños, en el rastro de tinta imborrable de un bolígrafo, en el susurro del papel cada vez que es rasgado por el grafito.
La poesía se manifiesta en la sonrisa del poeta, ante el descubrimiento de una inspiración sin dueño, que espera para ser descripta.
La poesía también se deja ver en esos mínimos instantes, imperceptibles a la mirada, pero que llegan directo al alma, como una flecha impregnada en veneno, despedida desde el arco de un Dios.
La poesía impone presencia en la risa de un niño, en el juego incansable de un cachorro, en un atardecer repleto de cantos de gaviotas, en la tibia brisa que anuncia tormenta, en el aroma inconfundible del mar en tempestad, en la armonía de los truenos en una tarde de domingo. En un beso, en un "te quiero" susurrado al oído, en cada mirada entre dos enamorados...
De todas estas maneras se expresa la poesía en el mundo.
Y de esa manera, debemos aprender a sentirla y vivirla.


Joanna M.

lunes, 4 de mayo de 2015


Cuando el viento te aleje de mí,
no tendré pánico a tu adiós.
Serán parte de nuestra historia
esas lágrimas en mis labios.
El tiempo dirá si valió la pena
ese mínimo instante de pasión
y esos besos que,
como rosas en flor,
perfumaron mi pelo con tu fuego.
Olvidaremos lo acontecido,
pintaré mi alma con otros colores,
que no serán los tuyos.
Pero estoy segura que
de mi cálida sonrisa en tus labios
no te podrás olvidar.

Joanna M.
Cuando el viento te aleje de mí,
no tendré pánico a tu adiós.
Serán parte de nuestra historia
esas lágrimas en mis labios.
El tiempo dirá si valió la pena
ese mínimo instante de pasión
y esos besos que,
como rosas en flor,
perfumaron mi pelo con tu fuego.
Olvidaremos lo acontecido,
pintaré mi alma con otros colores,
que no serán los tuyos.
Pero estoy segura que
de mi cálida sonrisa en tus labios
no te podrás olvidar.

Joanna M.
Quiero tenerte en mi vida hasta siempre. Que el sol salga cada mañana en nuestras tazas de café y que la luna ilumine cada página del libro que estamos escribiendo con esta historia.

Quiero que haya mariposas cada día revoloteando por nuestros cabellos, dejando semillas de pensamientos repletos de pasión.
Quiero que tu mano y la mía dibujen cautelosamente un camino, una senda, algo que sea capaz de guiar nuestros pasos.

Que cada abrazo que nos demos, sea un ritual de entrega. Un momento único, irrepetible, mágico e inolvidable.
Que tu mirada se estremezca ante mis lágrimas, y sepas enjugar mis penas entre tus dedos.

Que mis ojos sepan reconocer tus gestos, buenos y malos, y que mi corazón tenga la sabiduría necesaria para interpretar tus miedos.

Una historia de sueños, de anhelos, de entregarte hasta lo imposible para hacerte feliz.
Porque eso es lo que más importa en una relación. No pretender que el otro te haga feliz, sino tú hacer feliz a esa persona que amas.

Ese, es el secreto del verdadero amor.

Joanna M.
Ser capaz de morir sin miedo, porque es parte del juego. Quizás es eso lo que debemos cambiar. 
No mirar atrás. Siempre, siempre para adelante. Es en vano tenerle miedo a lo que vendrá, porque aún no llegó. Concéntrate en lo que hay en este instante delante tuyo. 
Lo que tenga que ser, lo que tenga que suceder... Todo será y sucederá a su debido tiempo y lugar.
Seamos siempre felices ahora. Tu alma te lo agradecerá.

Joanna M.
Aquella noche te conté mis miedos. Te dejé conocer mis sueños.
Fuiste la primera persona en saberlos. No fue fácil tomar la decisión de dejar que me quisieras. No quería volver a soñar. Una grieta en mi ser se negaba a cerrar. 
Aquella noche te entregué mi alma por completo. Mi pecho pedía tus latidos para poder crear nuestra propia melodía de amor. 
Te esperé mucho, demasiado. Tus manos en mi cuerpo eran como la lluvia en tierra seca. Estaba renaciendo... Reviviendo gracias a tus besos en mi alma.
Haber llegado al cielo entre tus manos fue mágico, algo tan inesperado como inolvidable. Cada segundo de tu sudor con el mío creó un escudo. Una protección que nadie de afuera puede romper; sólo nosotros, si así lo quisiéramos.
Nos amamos, y eso es lo único que nos importa ahora. 
Lograr que cada beso sea como el primero, que cada abrazo logre abrazar mi espíritu, que cada vez que tomes mi mano una energía irreconocible desborde mi corazón y el tuyo.
Creo que es el mejor regalo que nos podemos dar el uno al otro.
Porque te quiero y quiero lo mejor para ti.

Joanna M.
Un ángel sin alas
apareció en mi vida,
dispuesto a darme
amor y compañía.

Su simple presencia
alegra mi día.
Me recuerda lo bello
que es vivir la vida.

Cuando estoy con él
olvido por completo
mis pesares y lágrimas.
Porque él con un mimo los espanta.

En sus ojitos puedo ver
lo mucho que nos queremos.
Y en esa mirada le hago saber
que no puedo ni quiero perderlo.

Joanna M.
Y te quiero simplemente porque eres parte de mis sueños. No porque contigo todo es distinto, sino porque consigo hacerte feliz.
Te quiero porque mi mundo contigo ha cambiado de perspectiva. 
Tranquilo, no pretendo que estamos juntos por siempre. No sería justo para ninguno de los dos.
Pero quiero que este instante perfecto quede grabado a fuego en nuestro ser.
No pretendo amarrarte a mis ojos. Tampoco que mi sonrisa te desvíe del rumbo. 
Sólo quiero amarte, aunque sea un sólo segundo. Y quiero que me ames, de esa forma que sólo tú conoces.
A veces se me hace difícil decirte estas cosas, pero necesito que las sepas.
Necesito que tú las sepas más que yo.

Joanna M.
Te regalé una rosa,
que salió de mi corazón.
Sólo a ti te la entregué.
Te pedí que la perfumaras,
Que lo hicieras a tu gusto.
Pero con la única condición
De que no arrancaras ni lastimaras
Ningún pétalo de ese amor.

Te regalé una rosa,
Para que alegraras tu jardín. 
Le quité las espinas
Para que no te lastimara.
Pero no aprovechaste esa oportunidad.

No te pareció necesario perfumar esa rosa.
Ella, inofensiva, esperaba ansiosa
Tus caricias en sus delicados pétalos,
Tus besos en cada gota de rocío.
Pero no lo hiciste.
Tu orgullo fue mayor que
El grito de socorro de esa rosa mía.

Ahora ella, ofendida como nadie,
Ha hecho crecer sus espinas nuevamente.
Un simple paseo por su tallo
Te recordará, insensato,
Las lágrimas que alguna vez
Derramé por ti.

Joanna M.
Te encuentro solitario
en este pedazo de mundo.
Las luces de neón se han apagado,
y tu mirada azul sólo encuentra
pequeños detellos de lejanas luciérnagas.
Las nubes pintan de tono violáceo
esta noche infinita que refleja tus ojos.
Parece que no hay consuelo para ti
en estas líneas que te escribo.
Tampoco pretendo que lo sean.
Pero quiero que sepas
que a cada minuto que pasa,
la belleza del universo 
sigue su camino sin que te des cuenta.
Tus lágrimas son parte del
pedregoso camino que debes recorrer.
Cada tropiezo, es una nueva oportunidad
para poner a prueba tus mejores dones.
Tu vida pasa a ser más hermosa
en el preciso instante en que
la miras con otros ojos.
Y yo, seguiré aquí,
aunque no te des cuenta,
para fortalecer tu valentía
y recordarte que te quiero.

Joanna M.
Hay personas en la vida que llegan sin avisar. Así, de sopetón, como un aguacero. Y así mismo, como un aguacero de otoño, refrescan la piel.
Son esas personas que, aunque pase el tiempo, parecen ser las mismas que conociste el primer día.
Ese primer cruce de miradas, ese primer "hola", esa primer carcajada cómplice. No importa cómo esa persona llegó a tu vida, importa que ahora esté a tu lado. 
Pueden ser de tu mismo sexo o no. Eso no interesa. Quizás en algún momento pensaste que esa persona fue un error en tu camino, le deseaste lo peor y rogaste no verla más. Pero en el fondo sabes que toda esa manera de despotricar era una muestra inconfundible de amor.
Ese verdadero amor que conocemos solamente con nuestros amigos. Esos compinches de aventuras inolvidables, o protagonistas de principales momentos de nuestro existir.
No hay recetas mágicas para encontrar una amistad. Simplemente aparece y te hace feliz.
¿Tienes amigos? Cuídalos. No es divertido cuando los pierdes. Es un tesoro que vale mucho la pena cuidar hasta la muerte.

Joanna M.
uenan campanas en el río
mientras el horizonte clarea.
Sentada en la tierra,
pies descalzos, alma en vuelo.

Los pájaros cantan alegremente,
al ver como las nubes se van disipando.
Entretanto, el rocío mañanero
moja mis manos de esperanza.

Sueños rotos vuelan sin rumbo
en el lejano horizonte de tus ojos.
Siento entre tus manos un largo vacío
que no me animo a romper con simples palabras.

Te abrazo con una fugaz mirada.
Logro reconocer tus miedos en el silencio.
Comienza a caer la lluvia con esmero,
y aprovecho el momento para darte un beso.

Infinito fue el momento en que el sol
iluminó nuestros labios.
Te entregué por completo mis secretos.
Llévalos contigo, por favor, y guárdalos hasta donde quieras.

Joanna M.
Soñarte es rutina,
No hay horario establecido.
tampoco hay lugar
Donde no sentir tu aroma tibio.

Te llevo impregnado
En cada uno de mis pensamientos
y, osadamente, el deseo
Brota firme entre mis labios.

Un minuto te ruego,
Déjame olvidar el tiempo.
enséñame el arte
De amarte sin tener miedo.

Joanna M.