martes, 30 de junio de 2015

Tantas veces
te lo quise decir.
No tenía el valor,
ni las agallas,
sólo ganas tristes
de llorar tu desprecio.
Tantas veces podría 
habértelo hecho saber,
pero tu muralla,
siempre tan fuerte 
e indomable,
detiene mis ánimos.
Otras tantas veces,
se lo hice saber 
al viento,
para que llevara mis palabras
a tu frío pecho.
Pero creo que no quisiste
recibir mi mensaje.
El tiempo está corriendo,
las apuestas se están jugando
y, comparado contigo,
yo comencé ganando.
Al menos por ahora.
Duele saber que
no quisiste 
formar parte de los procesos,
de las caídas y tropiezos.
Siempre se imponía tu ego
ante la imagen de mi derrota.
No pretendo falsas risas
ni tampoco lágrimas sin verdad.
Después de mucho tiempo
te dije que te quiero.
Sé que no lo esperabas,
pues yo tampoco.
Fue un impulso del momento
provocado por
mis circunstancias,
que hoy me hacen darme cuenta
que nunca es tarde 
para decírtelo,
aunque no devuelvas
el sentimiento
de la manera 
que yo lo quisiera.


Joanna M.

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