martes, 30 de junio de 2015

Poeta, poetisa... ¿Qué es ser poeta o poetisa?
A mí entender, es ver en las cosas o en las personas lo que otros no ven a simple vista. Es comprender con un simple gesto lo que las mentes comunes no comprenden. Ser poetisa o poeta va más allá de escribir unos cuántos versos. Es intentar describir con palabras lo indescriptible. Es permitirle al lector soñar sin límites, sin miedo al ridículo, sin miedo a lo imposible. Es darle una llave al mundo para que abra puertas que permanecían cerradas hace mucho tiempo. Ser poetisa o poeta es ponerse en el lugar de los otros, calzarse sus zapatos y sentir sus dolores y sonrisas. Es honrar cada cosa como se lo merece, a cada paisaje, a cada ser vivo, a cada átomo que forma la Naturaleza, a cada sentimiento.
Es entender con otros ojos la realidad y crear un universo paralelo repleto de belleza y dulzura. Porque escribir poesía va más allá del verso y su métrica, de un soneto o una oda. La plenitud de la poesía se hace presente en los silencios, en la inspiración, en los sueños, en el rastro de tinta imborrable de un bolígrafo, en el susurro del papel cada vez que es rasgado por el grafito.
La poesía se manifiesta en la sonrisa del poeta, ante el descubrimiento de una inspiración sin dueño, que espera para ser descripta.
La poesía también se deja ver en esos mínimos instantes, imperceptibles a la mirada, pero que llegan directo al alma, como una flecha impregnada en veneno, despedida desde el arco de un Dios.
La poesía impone presencia en la risa de un niño, en el juego incansable de un cachorro, en un atardecer repleto de cantos de gaviotas, en la tibia brisa que anuncia tormenta, en el aroma inconfundible del mar en tempestad, en la armonía de los truenos en una tarde de domingo. En un beso, en un "te quiero" susurrado al oído, en cada mirada entre dos enamorados...
De todas estas maneras se expresa la poesía en el mundo.
Y de esa manera, debemos aprender a sentirla y vivirla.


Joanna M.

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