lunes, 4 de mayo de 2015

Hay personas en la vida que llegan sin avisar. Así, de sopetón, como un aguacero. Y así mismo, como un aguacero de otoño, refrescan la piel.
Son esas personas que, aunque pase el tiempo, parecen ser las mismas que conociste el primer día.
Ese primer cruce de miradas, ese primer "hola", esa primer carcajada cómplice. No importa cómo esa persona llegó a tu vida, importa que ahora esté a tu lado. 
Pueden ser de tu mismo sexo o no. Eso no interesa. Quizás en algún momento pensaste que esa persona fue un error en tu camino, le deseaste lo peor y rogaste no verla más. Pero en el fondo sabes que toda esa manera de despotricar era una muestra inconfundible de amor.
Ese verdadero amor que conocemos solamente con nuestros amigos. Esos compinches de aventuras inolvidables, o protagonistas de principales momentos de nuestro existir.
No hay recetas mágicas para encontrar una amistad. Simplemente aparece y te hace feliz.
¿Tienes amigos? Cuídalos. No es divertido cuando los pierdes. Es un tesoro que vale mucho la pena cuidar hasta la muerte.

Joanna M.

No hay comentarios:

Publicar un comentario