lunes, 6 de febrero de 2017

GRACIAS POR TU ABRAZO

Te diría que es como las serpientes cuando cambian la piel. Sólo que en mi caso no cambio la piel, sino que simplemente cae todo eso que me hizo daño en este tiempo que no estuviste. Cae pedazo tras pedazo esa muralla que fui creando con tal de protegerme.
Se derrumba el dolor y la ansiedad, me olvido de todo y de todos. Vuelvo a creer y a crecer, aunque sé que después volveré a caer, pero eso es lo de menos ahora, porque estás aquí limpiando mi cuerpo. Sé que me estás ayudando a renacer y eso no se paga con nada, porque no tengo palabras para agradecerte lo mucho que logras en mí.
Por ejemplo, con sólo abrazarme, hacer caer toda esa pared de miedos, romper ese escudo que inconscientemente voy construyendo día tras día, noche tras noche, mientras te extraño. Y me siento tan dichosa de poder calmar mis llantos entre tus brazos, es realmente el único lugar en el mundo donde puedo sentirme plenamente en paz.
Por eso, cada vez que me dejo envolver por tus abrazos, cada vez que tu corazón y el mío laten al unísono, tan cerca uno del otro, tanto que podría jurar que ellos también se abrazan, no me queda más que una palabra que puedo decirte miles de veces y nunca cansarme de repetir: gracias. Gracias inmensas por protegerme de mis propios muros, de mis sombras y monstruos.
Gracias y gracias por todo lo que fue, por lo que es y por lo que va a venir.



No hay comentarios:

Publicar un comentario