viernes, 16 de diciembre de 2016

TE ESPERO 

Las gotas golpean el vidrio, jugando inconscientemente carreras entre ellas. El marco de aluminio del ventanal las recibe una por una, con los brazos abiertos.

Y mientras, yo te espero.

Como la primera y como la última vez. Se repiten los nervios, las lágrimas al verte llegar, las sonrisas de los recuerdos, el sudor en las manos, los labios sedientos de ti…
No puedo explicarte lo que pasa por mi mente en ese breve segundo en que te vuelvo a ver. En el momento en que nuestras miradas se encuentran, en lo que tardamos en abrazarnos, en el instante en que siento tu corazón palpitar desesperadamente junto al mío.

Y yo te espero.

Con las mismas ganas de siempre, con la misma felicidad impregnada en la piel, con miles de besos que guardé desde la última vez. Porque, desde el momento en que te veo partir, comienzo a juntar besos, caricias, abrazos, miradas y atrevimientos para la próxima vez. Y aunque no te lo quiera decir siempre, muero de ganas por tener tu piel con mi piel, de poder tocar cada parte de ti, lo que veo y lo que no también.

Por eso te espero.

Horas, días, semanas… lo que sea necesario. Sólo con tal de verte, abrazarte, besarte y susurrarte al oído lo mucho que me gustas, lo mucho que te quiero, y todo lo que te amo. 




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